Un cautivante bullicio, y un sin fin de formas coloridas nos removieron las entrañas causante de los típicos nervios antes de comenzar nuestra participación.
Ya eran otros aires los que se sentían y que nos anunciaba que ya estaríamos llegando al Fiteca. Un panel de poste a poste como señal de bienvenida nos marcaba la línea de llegada, a lo que sería este año la fiesta cultural más grande en el barrio de
Un cautivante bullicio, y un sin fin de formas coloridas nos removieron las entrañas causante de los típicos nervios antes de comenzar nuestra participación. Rostros que fijaban sus miraban hacia nosotros invitándonos a ser parte de los preparativos. Aún faltábamos maquillarnos y ponerlos los vestuarios, cuando entramos a lo que seria un backstage al muy estilo de
Ya era la hora de salir a las calles, la foto del recuerdo antes de empezar; y la arenga sinauditoriana: Fiteca nos ama; y el ímpetu nos desbordaba: Detrás de nosotros,
Sin Auditorio ya estaba preparado, de negro y blanco nos hacíamos notar entre la gran masa multicolor; y los gigantes artistas por doquier. Era sin duda una gran masa de gente alineada, unos detrás de otros; al ritmo de los sonidos percusionistas, que llamaba la gran atención de todos los vecinos.
Todos salían afuera cuando se comienza la cruzada teatral en lucha de recuperar la tierra prometida de
Como tan pronto se oculto el sol, y calló la noche, llegamos al escenario central, el exitoso pasacalle finalizó, y con él la esperada participación de Sin Auditorio. Uno a uno cada grupo hacía su presentación, gente de todas partes de Lima, del interior del Perú, y amigos que también llegaban del extranjero.
Llegó el turno de Sin Auditorio, y acompañados de
Llegó el autobús y de retorno a Miraflores volvimos llenos del recuerdo de la gente, de la fiesta, la alegría, la comparsa y el color. Sin Auditorio fue parte del Fiteca, y Fiteca ya es parte de Sin Auditorio. Ese año, no fue uno más, sino que Fiteca cada año sabe dar novedades.
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