Conformada en la actualidad por Bernard Sumner (voz y
guitarra), Stephen Morris (batería), Gillian Gilbert (sintetizadores), Tom
Chapman (bajo) y Phil Cunningham (guitarra), la banda británica “New Order” se
presentó por primera vez en el Perú el viernes 5 de abril en la explanada sur
del Estadio Monumental. “New Order” se formó en 1980 como banda sucesora de Joy
Division (1976-1980) una emblemática banda manchesteriana integrada por Bernard
Sumner (guitarra y teclados), Peter Hook (bajo), Stephen Morris (batería) e Ian
Curtis (voz y en ocasiones, guitarra). La muerte de éste último significó el
fin de la banda, de cuyas cenizas surgiría “New Order” con los tres integrantes
sobrevivientes y el acoplamiento de Gillian Gilbert en 1981.
Si “Joy Division” abrió el camino para la era post
punk, “New Order” encarnó una continuación de esa senda, pero también
representó la incursión del grupo en territorios del new wave y la música
electrónica, desarrollando una trayectoria que puede dividirse en 3 etapas: la
primera, que abarca desde 1980 y se prolonga hasta 1992 (año en el cual la banda
entra en receso), la segunda, que comprende desde 1992 hasta 1994, la tercera que se inicia en 1998 y llega hasta
el 2007 (año en el que Peter Hook abandona el grupo) y la cuarta (y vigente
etapa) que comienza con la reunión de 2011 y se prolonga hasta la actualidad.
El concierto en Lima –que arrancó algunos minutos
después de las 10 de la noche- congregó a alrededor de 10,000 personas y mostró
a un “New Order” deseoso de presentar canciones de distintas épocas de la
banda. Sonaron así canciones como “Elegía” –tema instrumental, quinta pista del
álbum “Low Life” de 1985, con el que arrancó el show- para dar un salto en el tiempo y recalar en
“Crystal” –canción perteneciente al disco “Get Ready” de 2001-. Los británicos
también se dieron un tiempo para estrenar “I´ll stay with you” de su, hasta el
momento, último álbum: “Lost sirens” (2013).
Los momentos en que el público se entusiasmó más
llegaron con “Bizarre love triangle” y “Blue Monday” (dos clásicos, el primero
correspondiente al disco “Brotherhood” de 1986 y el segundo, lanzado como un
sencillo de doble cara -junto a “The Beach”, que no fue tocada en este concierto-
de 1983).
Pero si hubo un segmento de la presentación de “New
Order”, teñida de emotividad fue el homenaje que los británicos rindieron a sus
orígenes, es decir a “Joy Division”. Así, “Isolation” (séptima canción de la
noche) configuró el inicio de este tributo en vivo, que alcanzó su cota máxima
en la parte final del concierto con tres canciones de su ilustre predecesora
tocadas consecutivamente: “Atmosphere” y las notables “Transmission” y “Love
will tear us apart”.
Resulta curioso que una banda cierre un concierto con
tres canciones que –en estricto- no corresponden a su autoría. Lo normal es que
reserven sus grandes hits para el final (y así lo pueden atestiguar quienes
frecuentan la movida rockera local, salvo que se trate de presentaciones de
bandas tributo, claro está). Sin embargo, lo que en circunstancias normales
resultaría una rareza, en el caso que nos ocupa cobra sentido, dado que “New
Order” es la sucesora directa de “Joy Division”: tres de los cuatro integrantes
de ésta, formaron aquélla. Entonces, si bien es cierto “Isolation”,
“Atmosphere”, “Transmission” y “Love will tear us apart” no llevan la “firma”
de “New Order” sí fueron canciones de tres de los integrantes originales de
“Joy Division” (dos de los cuales, Morris y Sumner, integran todavía “New
Order”).
Sin perjuicio de lo anterior, escuchar en vivo
canciones de “Joy Division” tiñó de emotividad y nostalgia la noche.
Paralelamente, pudo demostrar la vigencia de estas canciones que más de treinta
años después de estrenadas siguen sonando actuales. La imagen de Ian Curtis en
la pantalla central del escenario representó un guiño y un reconocimiento a un
músico que aún ausente físicamente, sigue presente con uno de los legados más
sólidos de una banda de rock.
Se presentó “New Order”. Tocaron bien, fue un buen
concierto, pero también –en cierto modo- se presentó “Joy Division” demostrando
que su legado sigue vigente. Ian Curtis –donde quiera que esté- puede sonreír
satisfecho.
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